martes, 30 de diciembre de 2008

10 - Una gota turbia

Anoche, mientras me encontraba en un bus, quizá a cuántos kilómetros lejos de mi hogar, pensaba en cuántas cosas buenas me pueden suceder en un día... y en cuántas cosas negativas también.

¿Por qué las situaciones negativas tienen que prevalecer por sobre las positivas?

¿Por qué es tan fácil ver el lado oscuro?

¿Por qué una simple gota turbia puede cambiar para siempre la transparencia del agua?

martes, 25 de noviembre de 2008

9 - Volar

He vuelto a soñar que vuelo. Vuelo muy alto, tanto que todo se torna celeste.

Los áridos cerros son míos. Mi hogar es cualquier grieta de las montañas. Miro a mi lado y veo a las aves junto a mi, pero son distintas a mi. No tienen ideales ni viven de sueños ni promesas… sin embargo son felices.

Dejo de observarlas y sigo hacia delante junto a ellas. Y yo soy feliz nuevamente. Inmensamente feliz...

jueves, 13 de noviembre de 2008

8 - Muy Lejos.

Lejos de su hogar, muy lejos de todo, en una ciudad lejana, caminó por la playa. Fue un momento casi eterno. Debió haber sido así. La arena se transformó en un pasaje infinito y las olas del mar se volvieron ensordecedoras. Todo se volvió grande e inalcanzable. La playa se volvió eterna y mar demostraba a cada momento su furia y su grandeza con olas que rompían una tras otra, una y otra vez.

Se sintió minimizado… casi aplastado por el cielo, hasta que, casi hipnotizado, ya no escuchó más aquel ruido enloquecedor. El sol, mientras, acariciaba su rostro. Hubiera secado sus lágrimas, pero fue demasiado tarde. Ya estaba por ponerse tras ese horizonte anhelado, donde había tantos sueños por realizar, donde había tantos anhelos guardados, tantas promesas incumplidas. Y no se cuestionó nada, por primera vez. Ya no importaba nada.

La tristeza le hacía pedazos el alma. Pensó que había tomado el camino correcto. Ahora, sin embargo, se daba cuenta que no conocía a Dios, que no conocía el perdón, que no conoció ni siquiera el amor. Su corazón estaba desnudo, con frío y miedo.

Allí, a orillas de la playa cerró sus ojos y no pudo objetar nada más. Su voz gastada no sería oída. Entonces calló y su silencio pareció prolongarse para siempre.

Muchos años después, en una vacía y fría habitación sentado junto a una ventana, contempla con mirada fija las calles y los tejados contiguos. Los últimos rayos del día en su rostro le recuerdan el sonido del mar agitado por el viento, el sol que teñía de rojo el atardecer para ocultarse tras ese horizonte junto a todos sus sueños y a todas sus promesas.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

7 - Que hable el tiempo…

Cuando estaba escribiendo uno de los capítulos de “Mi personal e impía historia de las religiones” me quedé varios días dando vuelta al tema de la arqueología y los estudios científicos que corroboran varias de las líneas de la Biblia. Pensaba en cuan frustrante puede resultar pensar en que algo que tuvo vida en algún momento de la historia de la tierra ahora yace inerte, petrificado y muchas veces como objeto de decoración en algún museo del mundo. Si las momias pudieran hablar…

Por esos días estuve de cumpleaños y recibí un inesperado obsequio. Inesperado porque lo había enviado mi padre, un hombre al que recién a mis treinta y tantos años vengo a descubrir y conocer (pero esa es otra historia), e inesperado porque se trataba de una pieza invaluable. En una caja, junto a otras cosas, envuelto en mucho papel de diario, había un enorme fósil de un enorme caracol casi del tamaño de un platillo de té. Era el primer regalo de cumpleaños que recuerde recibir de mi padre, y no podía ser más significativo en aquel minuto de reflexiones.

El caracol se encontraba correctamente dividido en dos mitades (una de ellas en mi poder) dejando ver claramente el interior de su gran concha. Quedé en silencio por mucho rato, concentrado mientras lo contemplaba ya con otros ojos. Eran los ojos que querían intentar encontrar pistas acerca del fósil que tenía entre manos. Me preguntaba una y mil cosas: ¿de dónde vino? ¿hace cuanto vivió? ¿qué acontecimientos habrán sucedido mientras vivió? Si pudiera hablar…¿cuántas cosas podría habernos contado?...

Días mas tardes recibí una llamada de mi padre preguntándome si había recibido el “nautilus”, recibiendo halagos de mi parte por tan acertado obsequio, el que no pudo haber llegado en mejor momento y que ahora se encontraba en un lugar privilegiado de mi casa. Su llamada fue breve, pero no se despidió sin antes decirme “imagínate hijo, hace cuantos millones de años vivió ese caracol, qué cosas habrá visto… si pudiera hablar, ¡cuantas cosas podría habernos contado!…

lunes, 18 de agosto de 2008

4 - León


De este a oeste... siluetas de caravanas en las cumbres del desierto. Los surcos de las altas montañas se transformaron en los laberintos que conducirían los destinos de quienes siguieron sus pasos. Y su propia vida.

Un atardecer cualquiera comenzó a trazar su nueva ruta pensando en llegar hasta el final. Llegó al horizonte una y otra vez, y cada vez encontró un nuevo y distinto camino por recorrer.

La luna sobre la pampa, el duro sol sobre el desierto... sus sombras fueron sus aliados. 

Cientos junto a él salieron desde lo más recóndito del Este oscuro tras las verdes montañas de la selva... miles quedaron encadenados en el camino por culpa de la fe y pocos, tan solo unos pocos pudieron continuar por una senda sin retorno.

Se preguntó una y mil veces si las estrellas dejarían de brillar. Su Dios fue la tierra, sus guías las montañas, los ríos su redentor... el horizonte su fe. Una plegaria con su cabeza en el suelo. Otra más con sus manos hacia el cielo...

Pero un día su alma no pudo más con el peso de su existencia y murió buscando la respuesta que nadie más buscó. Fue entonces que la tierra quedó muda y ni sus templos ni molinos conocieron la verdad.

Sus ojos, ya cansados, se cegaron a la luz de la vida. La oscuridad y sus sombras se hicieron sentir con mayor poder. Su sueño eterno le reveló el nuevo y definitivo camino tras el horizonte. En su lecho eterno de rostro a la noche infinita sobre el desierto, su cruz se ha transformado en una sombra más.

Ahora, León, eres al mismo tiempo parte de la tierra y parte del cielo.

Dedicado a un visionario y extraordinario antepasado que en alguna otra vida conocí.

3 - Los Gentiles


Esto sucedió hace muchos años atrás, nadie sabe exactamente cuántos, cuando aún no existían el sol ni la luna, cuando el mar cubría gran parte de la tierra y la oscuridad era total. El cielo era al mismo tiempo el infierno y hogar de millones de estrellas desde donde observaban los dioses y los ancestros. El viento soplaba frío desde el este, hablándole casi directamente a los huesos de los pequeños habitantes del subsuelo desde donde sobresalían unas cúpulas hechas de piedras en la superficie de su árido hábitat.
El futuro les había indicado hacer sus hogares protegidos, orientando sus salidas hacia el este. Algún día tras las montañas del otro lado aparecería un dios en forma de luminosa estrella que bajaría desde el cielo con una luz completamente desconocida para ellos. Así decía la profecía, anunciándolo como un acontecimiento importante, pero nadie supo interpretar nada más. Las voces lejanas traídas por el viento que provenía del lado de lo malo y desconocido no indicaron lo que realmente vendría.

Pero en algún momento todo fue distinto y cambió todo para siempre. La tierra comenzó a sacudirse con violencia y el viento a soplar con tal intensidad que los pequeños seres, atrapados por el terror de lo desconocido, sentían que las estrellas eran movidas de su sitio por aquellas ráfagas mortales. Lentamente comenzó a descender aquel astro que se acercaba por las montañas… por el lado contrario al profetizado. Aquellos seres diminutos, poseídos por la desesperación, corrieron enloquecidos de un lado a otro abandonando sus casas y cuevas atemorizados por algo nunca antes visto y anunciado por una profecía que no describía más allá.


Las sombras largas y deformes de sus figuras casi esqueléticas les hicieron pensar que se les salía el alma, hasta que el primer rayo de luz opacó sus ojos, extinguiendo de este modo sus vidas.


La profecía había equivocado la llegada de la estrella. El sol había llegado directamente a la puerta de sus pequeñas casitas y no había escapatoria. Murieron abrazados con el alma transformada en sombra. Los gentiles pagaron así un alto precio por desobedecer los mensajes de sus ancestros desde el infinito cielo.
Desde el cumplimiento de aquella profecía, el Sol, aquel mensajero enviado del que hablaban las voces lejanas, alumbró los cuerpos inertes de los cadáveres de aquella raza una y otra vez cada día. Ya nunca más nadie pudo interpretar las buenas señales de las luces del cielo, ni las malas del viento que provenía de lugares desconocidos.


Y también había llegado la luna, cuya luz, más propicia para los gentiles, hasta hoy sirve de guía a las almas de estos extraños y diminutos seres. Sus danzas se pueden oír en noches de luna nueva y cuarto creciente, cuando los cerros, los valles y los acantilados son sutilmente iluminados y sus débiles sombras son poseídas por el trance provocado por el golpe de sus tambores y sus gritos.
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Nota: Según la cultura Aymara (y otras también lo señalan) los "gentiles" (o "abuelos") fueron una raza diminuta que ocupó extensas áreas cercanas a la Cordillera de Los Andes en las primeras etapas de la humanidad. Debido a que quebrantaron las normas básicas de convivencia fueron exterminados por algún evento cósmico importante. Ciertas leyendas apuntan a la aparición de dos astros solares cuya llegada fue acompañado por una lluvia de fuego. De este modo murieron en los interiores de sus pequeñas casas construidas de piedras y barro, cuyas salidas poseen prácticamente la misma orientación. También vivieron en cuevas y debajo de rocas de gran tamaño. 

La leyenda indica que sus almas cuidan sus tumbas, ubicadas generalmente al interior de chozas en ruinas que aún se conservan en lugares que generalmente son de difícil acceso y a las que los lugareños denominan "gentilares". Es posible incluso encontrar sus esqueletos, siempre de pequeño tamaño, muy bien conservados debido a las condiciones climáticas de los lugares donde se ubicaron. En sus tumbas es posible encontrar también algunos de sus utencilios, entre ellos tejidos y cerámica. El cuidado de estos lugares se asocia al mito de una maldición sobre quien profane sus tumbas o tenga contacto directo con sus huesos o los objetos que lo acompañen, haciendo que el "intruso" enferme de gravedad de males no detectados por la medicina moderna, llegando incluso a morir. 


Nota 2: Esta es mi particular forma de mostrar las historias que desde pequeño escuché. Más allá que pueda tratarse de simples sitios de entierros o que las pequeñas construcciones y osamentas tengan un significado arqueológico definido, lo cierto es que “la vida de los gentiles” no deja de ser una gran y mágica historia.

viernes, 11 de julio de 2008

2 - Bajo la misma sombra

Antonio se levantó esa mañana con un propósito fijo. Sus pasos lo llevarían hasta el cementerio de la ciudad para dejar una flor en la tumba de su hijo Danielito luego de muchos años sin sentirse capaz de ir. Enfrentar la pérdida de su primer retoño lo sumió en una depresión que se desencadenó muchos años después. Cuando recapacitó su hijo ya habría cumplido unos 13 años.

Se sentía dudoso y feliz al mismo tiempo… extraña sensación. Pensaba en lo grato que se sentía una mañana de domingo con sol en pleno invierno. Hacía frío. Pensaba en muchas cosas relacionadas a él y que antes le dolían pero ahora no. Había asumido y aceptado lo que le había tocado vivir y era hora de cerrar este capitulo prolongado en tantos años. Se sorprendió a si mismo retrocediendo en el tiempo. Tenía preguntas sin respuestas, y esa flor llena de simbolismos que llevaba en su mano sellaría por siempre una herida difícil de sanar.

Sentía miedo, no sabía bien la razón. Se encontraba solitario transitando en forma lenta y constante por esos fríos pasillos llenos de antiguas galerías y mausoleos. Pensaba en cuanta gente conoció el instante de la muerte, y en cuanto dolor causaron sus partidas. Pensaba en cuantos de ellos habrán muerto sin conocer a Dios y en cuan mejor hubiese sido no haberle conocido nunca, al menos para aquellos tras esas lápidas. Sentía que de alguna manera lograba empatizar con aquellos desconocidos.

Luego de varias cuadras de mausoleos por el pasillo principal llegó hasta un portal que daba hacia el patio trasero del cementerio donde continuaba el mismo pasillo. Esta vez las lápidas estaban en la tierra y la suntuosidad ausente. Danielito había ocupado un pequeño lugar al costado izquierdo de ese pasillo frente a un grifo y a los pies de un pequeño árbol de tronco torcido que apenas daba algo de sombra. A su lado alguien había instalado una pequeña banca. El lugar no había cambiado mucho en todo ese tiempo.

Luego de varios metros caminando llegó hasta allí e inmediatamente se dio cuenta del porqué de aquellas extrañas sensaciones y temió lo de siempre. Su mano dejó caer involuntariamente la flor que traía para su hijo mientras miró hacia el cielo y cerró al mismo tiempo sus ojos. Ya nunca más podría poner una flor en aquel sitio. Sobre aquel pequeño montículo de tierra y la cruz de madera que señalaba la tumba de Danielito alguien había construido un inmenso mausoleo perteneciente a una familia desconocida.

Aquellos 12 años fueron demasiados. La oportunidad que se había dado después de tantos años fue en vano. Nunca más tendría otra y el recuerdo de su hijo se impregnaría definitivamente en el corazón mal herido de Antonio.

Sentado en una sepultura contigua en reemplazo de la ya inexistente banca, Antonio lloró con las manos cubriendo su rostro. Su corazón destrozado gemía en un llanto silencioso a la sombra de un gran y frondoso árbol de grueso y torcido tronco.

jueves, 10 de julio de 2008

1 - ¿Cómo lo hacen los artistas?



Hace un par de años decidí hacer una página web. Tenía todo listo: el diseño, el nombre, el contenido... se llamaría "Fotografías y Palabras". No hay que pensar mucho respecto de la temática que este abordaría: fotografías... y palabras. Fue el intento, el primero de mostrar a alguien, conocido o no, algunos de mis "trabajos" fotográficos contextualizados por palabras transformadas en frases con contenido nacidas desde lo más profundo de mis constantes estados cercanos a la locura temporal.

¿El problema? Me vi enfrentado a tener que dar "explicaciones" del contenido mismo. Sentía la necesidad de expresar, de contar a alguien anónimo que al otro lado quizá tendría interés (o no) de transformarse de algún u otro modo en mi visitante o lector. Pero ¿y qué dirían mis cercanos cuando leyeran algo acerca de mis ideologías religiosas, por ejemplo? ¿Llegarían a pensar que soy un hereje? ¿Y si se encontraran de golpe y porrazo con una fotografía relacionada al erotismo, o un desnudo? ¿Pensarían que soy un depravado sexual?

¿Cómo lo harían los artistas? Me dije. Pensé en el anonimato y luego en un seudónimo. Si los grandes utilizan ese recurso pensé que también me podría agarrar de aquello. No me convencí. Mis ánimos de transparencia y mis deseos de no caer en un doble estándar hicieron que mi proyecto quedara en un noble intento... nada más.


Lux et Tenebrae (Luz y tinieblas) refleja en gran parte este conflicto. El ser, el querer ser, el que quieren que seas, lo que quieres que piensen que eres, lo que tienes que ser, lo que quisieras ser... Cuando todos pensaron que estaba en la luz, declaré con mis actos y mis palabras que me encontraba en la oscuridad de las tinieblas. O al revés.

En mi inquietud por expresar me he visto obligado a enfrentar cuestionamientos de todo tipo. Y la creación de este espacio no está exento de eso. El temor de herir susceptibilidades (y hablo exclusivamente de quienes son mis más cercanos) me permitió replantearme esta idea una y otra vez. Ya no es una página sino este blog. Y aunque parezca un poco soberbio y arrogante de mi parte, creo que las conclusiones generales son legítimas: quien quiera venir hasta aquí, bienvenido. Quien no... puede seguir de largo. Mis amigos lo serán en la luz y también en las tinieblas.