lunes, 23 de agosto de 2010

21 - Inger debe morir

Hace meses Inger murió. La causa nunca se conoció, ni siquiera su data exacta. Solo se sabe que fue en un día perfecto, en la hora perfecta, y que Dan, quien antes hubiese dado su vida por ella, esta vez no lloró. Fue un asesinato silencioso, planeado de tal manera que tal horrendo acto nunca viera la luz.

No hubo diálogos. Las oportunidades ya habían sido dadas; Dan sentía que no habían sido aprovechadas y que, tal vez, Inger ahora tenía otros intereses. Pero Dan nunca lo pudo superar.

Las últimas palabras de Inger fueron un "te quiero mucho", tal vez presintiendo las intenciones de Dan... tal vez hasta esperando que las llevara a cabo.

Dan hubiera querido abrazarla en una despedida eterna y en cierto modo, Inger hubiera querido ser abrazada por él. Ambos conocían de antemano lo que les deparaba las siguientes horas.

Hasta que la mató... y acto seguido se arrancó el corazón. De esta manera ya no volvería a ser traicionado por él, algo que nunca se perdonó.

Pero, contrariamente a lo que él creyó, Inger nunca desaparecerá de la vida de Dan. Inger es ahora un ser sin alma, y Dan un ser sin corazón.

Todo lo que queda ahora son los recuerdos de dos personas que un día llegaron a entregarlo todo por el otro, cuando, en un momento que ninguno esperó, se llegaron a traspasar todas las barreras imaginables de la desconocida dimensión del amor, y ambos se dejaron arrastrar por una mágica brisa que alimentó sus vidas de ilusiones. Sobre todo la de Dan.

Pero fue solo eso: Ilusiones.

Es que tal vez sea la agonía del corazón más dolorosa que la física.

Ahora ya es tarde para despertar.