miércoles, 5 de noviembre de 2008

7 - Que hable el tiempo…

Cuando estaba escribiendo uno de los capítulos de “Mi personal e impía historia de las religiones” me quedé varios días dando vuelta al tema de la arqueología y los estudios científicos que corroboran varias de las líneas de la Biblia. Pensaba en cuan frustrante puede resultar pensar en que algo que tuvo vida en algún momento de la historia de la tierra ahora yace inerte, petrificado y muchas veces como objeto de decoración en algún museo del mundo. Si las momias pudieran hablar…

Por esos días estuve de cumpleaños y recibí un inesperado obsequio. Inesperado porque lo había enviado mi padre, un hombre al que recién a mis treinta y tantos años vengo a descubrir y conocer (pero esa es otra historia), e inesperado porque se trataba de una pieza invaluable. En una caja, junto a otras cosas, envuelto en mucho papel de diario, había un enorme fósil de un enorme caracol casi del tamaño de un platillo de té. Era el primer regalo de cumpleaños que recuerde recibir de mi padre, y no podía ser más significativo en aquel minuto de reflexiones.

El caracol se encontraba correctamente dividido en dos mitades (una de ellas en mi poder) dejando ver claramente el interior de su gran concha. Quedé en silencio por mucho rato, concentrado mientras lo contemplaba ya con otros ojos. Eran los ojos que querían intentar encontrar pistas acerca del fósil que tenía entre manos. Me preguntaba una y mil cosas: ¿de dónde vino? ¿hace cuanto vivió? ¿qué acontecimientos habrán sucedido mientras vivió? Si pudiera hablar…¿cuántas cosas podría habernos contado?...

Días mas tardes recibí una llamada de mi padre preguntándome si había recibido el “nautilus”, recibiendo halagos de mi parte por tan acertado obsequio, el que no pudo haber llegado en mejor momento y que ahora se encontraba en un lugar privilegiado de mi casa. Su llamada fue breve, pero no se despidió sin antes decirme “imagínate hijo, hace cuantos millones de años vivió ese caracol, qué cosas habrá visto… si pudiera hablar, ¡cuantas cosas podría habernos contado!…

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