martes, 21 de julio de 2009

13 - John


El despertador suena implacable a las 6:30 de la mañana. John sabe inmediatemente que un agitado día le espera. Es la rutina diaria que debe soportar por un salario mínimo. 

Observa de pié y apoyado en el borde de la ventana de su pequeño departamento envuelto solo en una toalla mientras se toma un cafe y fuma un cigarrillo... Y piensa. Las calles lucen vacías, iluminadas y mojadas... pero sobretodo vacías. Una gota que cae desde su cabello aún húmedo hasta su taza lo hace volver a la realidad. Inclina su brazo para mirar la hora y comprende que no queda mucho tiempo.

Una taza de café a medio llenar, una toalla en el suelo y John caminando desnudo hacia su cuarto por un pasillo en penumbras. Ya comienza a mostrarse el sol.

El metro es puntual. Los cientos de rostros que ve cada día igual. La rutina también lo es. Nada fuera de lugar. Siempre lo mismo y nada diferente a ayer. John quiere cambiar. 

Tiene todo lo que físicamente cualquiera quisiera. Es un ejecutivo como otros y objeto de reiteradas miradas de las más hermosas mujeres, y de deseo de otras. 

Por fin son las seis de la tarde. John prepara su salida. Mañana será un nuevo día y la noche recién comienza. Nuevamente el metro y nuevamente los rostros de siempre. Nuevamente un cigarrillo en la ventana y el cafe tras una ducha. Su nueva jornada le espera, esta vez entre penumbras.

La noche transformó a John. Su deseo de ser alguien le hizo tomar una dirección equivocada. Un perfume distinto, una actitud distinta. Una llamada a su teléfono es la señal.
En una oscura calle un nuevo cliente lo espera cada noche. John está solo... ni siquiera es dueño de su nombre. 

¿Y después? Después el despertador sonará implacable a las 6:30 de la mañana, y John sabrá inmediatamente que otro agitado día le espera...