lunes, 26 de agosto de 2013

33 - Recuerdos

Los paisajes eternos, los colores de sol de invierno, esos que me emocionaban hasta el punto de no saber si reír o llorar. 

Las tardes en que viajábamos en linea recta en dirección al sol siguiendo sus últimos rayos antes de ocultarse tras los cerros... La realidad era otra.

Las cientos, las miles de veces que detuvimos nuestro vuelo para que en un abrir y cerrar de ojos pudiésemos capturar los momentos... aquellos instantes en que las miradas se transformaron en tiempo infinito.

Aquellas callejuelas de piedra, esos caminos abandonados y visitados de vez en cuando por esos seres que nos miraban desde lejos... donde las hojas amarillentas lo cubrían casi todo, aquellos pasajes que alguien más en algún momento sobrevoló antes que nosotros... los mismos que mañana alguien más conocerá... los mismos que mañana alguien más visitará desde lejos. 

Miles de historias distintas pero con un mismo final. Tarde o temprano el sol parece agonizar para finalmente morir. Y es que los colores de la muerte son los más hermosos, como hermoso es el sonido del silencio, como hermoso era el sol que parecía que moría desangrado exhalando su último suspiro, dejando escuchar el sonido susurrante de nuestros corazones y dejándonos los más intensos colores del ocaso.

Toma mi mano y volemos... llévame contigo por última vez... 

domingo, 25 de agosto de 2013

32 - Segundos


Las noches ya no lucen tan claras con la indómita luz de la luna. Entonces me siento a esperar al sol, aunque transcurran horas. Las mismas que con el pasar del tiempo se recuerdan como unos simples segundos.

Y es que la vida son solo segundos.
Y paso de la oscuridad a la luz... y de la luz nuevamente a la oscuridad en un ciclo eterno.
Y en un segundo aprendí miles de cosas.
Y en un segundo me enseñaron otras tantas.
Y otras tantas las olvidé... y otras tantas las recordé demasiado tarde.

Pero siempre llega la noche otra vez, y con ella la oscuridad. Y mientras la Luna parece estar solo cuando quiere, aprendo a caminar en su ausencia. Y me abrazo a la oscuridad para no temerle más, esperando la nueva llegada de esa bola blanca, inerte e irreverente.

Y la extraño a ratos... Sobretodo cuando la soledad y la inmensa oscuridad del cielo se apodera de mi propio universo.

Y cuando quedo exhausto, con el corazón desgastado y mi alma expuesta, entonces contemplo las infinitas estrellas que cientos de veces intenté contar... y el cielo se me viene encima en mi vano intento de encontrar las respuestas...

Y sé que pronto llegará el sol, como sucedió todos y cada uno de los días de mi vida.

Todo ha transcurrido en tan solo unos segundos...